El desplome en que se encuentra la economía venezolana no tiene comparación. La economía disminuyo un 70% entre 2013 y 2019, a lo que se sumaría una reducción esperada del 30% en 2020, lo que la hace que se trate de una de los mayores desequilibrio económicos del mundo.
Como parte de esta crisis, ha habido una caída del poder adquisitivo de los hogares, con un gran incremento de la pobreza y de la desigualdad. Asimismo, otros indicadores sociales, como los relacionados con la alimentación y la salud, se han deteriorado progresivamente y la provisión de servicios básicos se ha desmoronado.
La pandemia del COVID-19 ha golpeado de forma importante en el país, y la capacidad de reacción por parte del sector público es muy limitada. En medio de esta nueva crisis, la presión de Estados Unidos sobre el Gobierno de Nicolás Maduro se ha incrementado, desde el tercer trimestre de hace 2 años funcionarios de EE. UU.
Les han insistido a proveedores internacionales evitar enviarle gasolina a Venezuela. En marzo, funcionarios estadounidenses recalcaron en que se mantuviera la restricción aun cuando las condiciones humanitarias del país ya mostraban signos de caída.
Esta nueva dificultad se suma a la pequeña capacidad de refinación de Venezuela, que ha provocado una mayor dependencia de las importaciones. El desabastecimiento de gasolina, que se aumentó al comienzo de la cuarentena, ha complicado la distribución de alimentos.
La circunstancia de Venezuela es crítica debido a que la cesta petrolera venezolana es más pesada, sus precios normalmente son menores. A eso se le adiciona que, por cuenta de las sanciones, Venezuela se ve obligada a dar descuentos “muy notables” para que los consumidores estén dispuestos a adquirir esos barriles. El actual presidente del país admitió que la cotización de la cesta venezolana cayó por debajo del costo de producción.
El coronavirus pone en jaque a los emigrantes venezolanos, y algunos emprenden el camino de regreso, ya antes de la pandemia del COVID-19 la migración venezolana representaba un reto sin precedentes para los países de América Latina.
El flujo de migrantes, que en su mayor parte se ha establecido en la región, alcanzó en 2021 los 4,7 millones de personas, cifra que se compara con los 5,5 millones de refugiados sirios desde 2011, y conforma el mayor flujo migratorio dentro de las causales de la migración se encuentra el deterioro de los servicios públicos, la falta de oportunidades económicas y los niveles de violencia y persecución que existen en el país de origen, es necesaria una solución política para enfrentar el reto que impone el coronavirus, pero también para lo que vendrá después.
Venezuela no puede acudir a (organismos), no tiene ahorros, tiene muy bajo nivel de reservas. La única potencial salida es que se pueda obtener una solución política al conflicto venezolano, y que eso nos permita optar por un financiamiento externo, no solamente para afrontar las huellas que deja la pandemia sino para la reparación general del país.
Venezuela padecía, antes de llegar la pandemia, una depresión económica profunda y extensa, que la había llevado a perder dos tercios del tamaño de su economía en poco tiempo. Eso implica que los venezolanos comenzaron la pandemia en condiciones económicas y laborales relativamente peores a la mayoría de los países.
El gobierno venezolano, ya para principios de 2020, había perdido importante acceso a sus principales fuentes ingreso interno o externo, incluyendo mercados internacionales o de crédito. Esto confirma que el estado venezolano carecía (y carece) de capacidad fiscal para llevar a cabo medidas de gasto para las familias y empresas, y/o para llevar a cabo una ampliación de la capacidad sanitaria para atención de la pandemia.
Dado el panorama anterior, se puede percibir que las familias venezolanas se encontraban en una posición vulnerable frente a la pandemia y de las medidas de confinamiento, El salario mínimo ha perdido poder de compra. Aunque ha sido objeto de sucesivos aumentos durante los últimos años, estos han sido insuficientes para proteger el poder de compra de los trabajadores.
En términos de dólares en el mercado paralelo, el salario mínimo integral representa alrededor de $14 mensuales al 14 de noviembre de 2022, la mitad del valor en dólares de noviembre de 2020. Con la pandemia podemos encontrar al país en medio de una crisis política y económica sin precedente alguno.
La transición política está estancada, y la situación económica se verá progresivamente afectada por los efectos de la pandemia a nivel internacional y local. En la región andina, Venezuela es el país más frágil ante la crisis del COVID-19, junto a Bolivia y Ecuador, entre otros.
Los países de este grupo tienen una menor exposición al shock económico global, A su vez, reciben la pandemia del COVID-19 en condiciones bastante precarias.
El país se arregló, una frase que ha estado sonando durante meses en las redes sociales creando polémica dentro y fuera del país
Muchos la emiten con una fuerte carga de ironía, mientras otros ven en ella la expresión de cambios que están ocurriendo en los últimos años y que apuntan a mejoras en algunos de los pesados problemas económicos que ha enfrentado el país durante los últimos años.
Si las condiciones no cambian significativamente, Venezuela puede tardar entre 40 o 50 años en recuperarse. Ahora lo que tenemos es una economía que dejó de bajar y que, si no cambian esas condiciones políticas económicas, se queda ahí. No va a seguir descendiendo probablemente, pero tampoco va a crecer.
Se quedará paralizado y ese es el riesgo que nosotros vemos hacia adelante.
Se calcula que entre el 10 y el 20% de las personas que han padecido pueden seguir experimentando síntomas, como fatiga persistente y grave, dificultad para respirar y problemas de salud mental. En los últimos dos años, cientos de miles de personas en la región, los millones, podrían verse afectadas.
La pandemia nos ha sorprendido una y otra vez, y muchos de sus efectos perdurarán durante años, La mejor manera de prevenir la condición COVID-19 es evitar infectarse
Comments